Ni 106 días de abstinencia de fútbol a raíz de una artera patada y grave lesión en el tobillo izquierdo desmoralizaron a un Diego Armando Maradona, quien -cuatro décadas atrás- seguía exhibiendo sus atributos para ser considerado el mejor futbolista del mundo.
Aquel domingo 8 de enero de 1984 y luego de casi tres meses de ausencia por una severa fractura en el tobillo, el 10 del Barcelona volvía a calzarse los pantalones cortos y encarrilaba la victoria del equipo del DT César Luis Menotti sobre Sevilla por 3-1, por una nueva fecha de la Liga española.
El astro argentino, que en esos momentos acusaba apenas 23 años, anotó a los 17 minutos del primer tiempo y a los 23m. del segundo, respectivamente. Y asistió a Marcos (padre del también futbolista Marcos Alonso) en el tanto restante. El descuento de los andaluces fue obra de Montero.
Las penurias de Diego en su estadía en el Barcelona, club al que llegó en junio de 1982 una vez concluido el Mundial de ese año, comenzaron rápidamente.
Apenas iniciado el calendario 1983, el goleador argentino contrajo hepatitis y estuvo marginado de las canchas por tres meses. En ese lapso, Maradona faltó a 14 encuentros de Liga y a la ronda eliminatoria de la Recopa Europea, donde el DT alemán Udo Lattek no consiguió el objetivo y resultó despedido. La dirigencia del club catalán apostó al arribo del “Flaco” Menotti, quien dirigía al 10 en el seleccionado argentino.
Tras la conquista en mayo del ’83 del título de la Copa del Rey en Zaragoza, luego de un ajustado 2-1 sobre Real Madrid, el equipo del Barcelona obtuvo otro galardón con la denominada Copa de la Liga. También se impuso al clásico adversario, por 4-3 en la eliminatoria final (2-2 y 2-1, sucesivamente), con dos goles de Maradona en la instancia definitiva.
Un mes más tarde, el equipo blaugrana logró el tercer título de la temporada, al cosechar la Supercopa española, con un triunfo 3-2 sobre Athletic Bilbao.
Sin embargo, el arranque de la temporada deparó un nuevo sinsabor a la carrera de Diego en el “Barsa”. El 24 de septiembre de 1983, en un cotejo por la cuarta fecha de la competencia liguera, Barcelona no halló oposición alguna para demoler al campeón vigente, Athletic Bilbao, por 4-0.
Pero el contundente éxito pasó a un segundo plano, porque al promediar el segundo tiempo, el defensor vasco Andoni Goikoetxea cruzó duramente a Maradona y le infligió la lesión más grave de su carrera: fractura del maléolo peroneal del tobillo izquierdo, con desviación y arrancamiento del ligamento lateral interno con desgarro.
La severidad de la lesión obligó al doctor Carlos Bestit, junto a su colega González Adrio, a tomar rápidamente la decisión de intervenir quirúrgicamente al jugador esa misma madrugada de domingo/lunes.
“Se estima una baja de cuatro meses” pronosticó por aquellos días el doctor Bestit, una vez concretada la operación.
El clima beligerante en declaraciones no hizo más que salir a la luz en las horas subsiguientes al partido. Así, Menotti reflejaba que “deberá morirse alguien (en cancha) para que cambien las cosas”, mientras que su colega del Bilbao, Javier Clemente, abandonó el Camp Nou emitiendo una desafiante frase: “Estoy orgulloso de mis jugadores”.
Goikoetxea apenas recibió tarjeta amarilla por aquella infracción, pero el Comité Disciplinario de la Liga le aplicó una sanción de 18 partidos por la artera falta. Luego, el castigo se redujo a 10 cotejos.
Maradona inició la recuperación y, más rápido de lo previsto (todo un símbolo a lo largo de su trayectoria como jugador), reapareció en un Barcelona que lo necesitaba para pelear los primeros puestos de la competencia.
Así se alistó en el comienzo del ’84, cuando Menotti resolvió que la alineación titular del Barcelona contemplara a Urruti; Julio Alberto, Alexanko, Migueli y Sánchez; Bernd Schuster, Periko Alonso y Víctor; Marcos, Francisco Carrasco y Maradona.
Diego no completó todo el partido y en el minuto 24 de la segunda parte fue sustituido por Esteban, mientras el Camp Nou lo ovacionaba y lo distinguía por su notable regreso.