El Gobierno se queda sin tiempo. Faltan tres semanas para la elección y hasta ahora no pudieron instalar en la agenda pública los debates que se quiere dar: que Milei domó la inflación, que controló la calle, que desreguló lo más posible para simplificarle la vida a la gente y que estamos a la puerta de una revolución que va a volver a la Argentina potencia en 40 años. De todo eso, no se habla en esta campaña.

En cambio, florecen los escándalos: la candidatura de Espert, las escuchas de Andis, el 3% de Karina, el descontrol en la cúpula del triángulo de hierro, los problemas en el Congreso, las sospechas por la suspensión de las retenciones… sumado al debate económico sobre qué pasa con el dólar.

Milei está haciendo los deberes. Moderó su discuso, enterró el “viva la libertad carajo”, se reunió con Macri, giró algunos fondos, mandó a su ministro Catalán a juntarse con gobernadores… Pero no lográ revivir el discurso épico que lo caracterizó en campaña y en los primeros años de gestión. Y se le va acabando el tiempo para revertir la tendencia.

El problema no era Espert sino Milei. Porque a diferencia de otras candidaturas, esta la había decidido él en soledad. Un Javier Milei que no quiere meterse en política, que no suele tomar decisiones de rosca, que no suele conocer a los candidatos. Por eso era tan difícil bajarlo.

Y por eso, las distintas voces en el Gobierno pedían en público y privado a Espert que diera explicaciones. “El Profe” lo intentó. Fue a lo de Pablo Rossi en A24 e hizo agua; habló solo frente a cámara e hizo agua; dio una entrevista a Radio Mitre y no conmovió a nadie.

Hasta que finalmente se dio cuenta que el daño era mayor a la campaña que seguir adelante. Dio un paso al costado. Milei no se lo pidió.

Y el futuro…

Diego Santilli queda a cargo de la campaña. Es un hombre del PRO que desde el inicio de la gestión libertaria jugó a favor de Milei. No era el plan original de Karina tener un ajeno encabezando la boleta. Y mucho menos a uno que fue peronista, macrista, larretista, bullrichista… Pero es lo que hay.

Santilli sabe que no tiene mucho que hacer. Las cartas están echadas. Lo bueno, para él, es que si pierde por paliza es culpa de otro y si achica la diferencia es todo rédito político. “Va por la épica el Colo”, decían en su entorno, conociendo las dificultades. Saben que incluso es probable que su cara no encabece la boleta única porque difícilmente la Justicia avale una reimpresión de todas las boletas por un solo candidato.

Empieza una nueva etapa en la campaña. Habrá que ver si ahora el candidato -Diego Santilli- y el Presidente Javier Milei pueden empezar a recorrer la Provincia y dar vuelta la página de una historia que cada vez parece más adversa.

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